Cazador de Farsantes by Cristian Perfumo

Cazador de Farsantes by Cristian Perfumo

autor:Cristian Perfumo [Perfumo, Cristian]
La lengua: spa
Format: epub
publicado: 2015-03-31T22:00:00+00:00


Detrás de la lista había un cronograma impreso de la página web del pastor. La presentación en Comodoro Rivadavia era el ocho de agosto y estaba señalada con verde fluorescente. Al margen de la hoja, Ariana había hecho una anotación a mano. Reserva en suite presidencial de Hotel Lucania del 6/8 al 9/8.

Consulté el calendario en mi teléfono. Faltaban dos semanas para que Velázquez llegara a nuestra ciudad.

CAPÍTULO 39

Durante el recorrido entre la casa de Analía y la mía, miré varias veces por el espejo retrovisor las dos cajas de cartón en las que había puesto todos los papeles de la habitación. En una, la investigación sobre el Cacique y la muerte de Gondar. En la otra, información sobre el pastor Maximiliano Velázquez. Lo único que las vinculaba era la denuncia anónima que ahora viajaba junto a mí en el asiento del acompañante.

Al llegar a mi casa, mientras se calentaba el agua para el mate, puse la caja con los papeles del pastor sobre la mesa de la cocina. Volví a repasar la intimación de la AFIP a pagar los impuestos, los recortes de diarios del interior hablando sobre sus presentaciones milagrosas y la denuncia de Mirta Palacio acusándolo de pedófilo.

Decidí que en algún momento intentaría contactar con esa mujer. Probablemente le diría que sospechaba que Velázquez también se había intentado propasar con mi hijo, e intentaría que me contara los detalles de qué había pasado entre su hija y el pastor.

Mis ojos se posaron sobre las tapas de color lila de Mi amistad con Jesús. Abrí la autobiografía en las primeras páginas.

En primera persona, Maximiliano Velázquez contaba que había nacido en El Jagüel, un barrio humilde del Gran Buenos Aires. Familia de clase media-baja, padre obrero en una fábrica de lavarropas y madre ama de casa. Había ido a un colegio de curas, donde fue monaguillo. Según sus propias palabras, muchos años más tarde se daría cuenta de que fue ahí donde entendió por primera vez el verdadero valor de la fe.

En la escuela secundaria llegaron las malas juntas. A los dieciséis se había ido a vivir con unos amigos y a los diecisiete la policía lo llevó detenido por primera vez. En su biografía se refería a esa parte de su vida como los años oscuros. Repitiendo hasta el hartazgo su vergüenza y arrepentimiento, el pastor reconocía haber estado preso cuatro veces, dos por robo y dos por tenencia de cocaína. Aquello, pensé, cuadraba con el expediente policial que había conseguido Analía.

Los siguientes capítulos hablaban de su tiempo en la cárcel. No había sido mucho, escribía el pastor, pero sí suficiente para darse cuenta de que no quería terminar ahí, como la mayoría de sus amigos del barrio.

A los treinta años había empezado a tirar el tarot y a curar el empacho. Sin embargo, no había sido hasta cinco años después que Jesucristo se le había aparecido para convertirlo en quien hoy era.

El encuentro había sucedido once años atrás. Él y su mujer Irma estaban visitando Humahuaca, en Jujuy, cuando un niño le hizo señas de que lo siguiera hacia una casa de adobe.



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